jueves, 18 de junio de 2009

El error

Hay ciertas cosas en la vida que son un error aunque en realidad no sabes que son un error porque la única forma de saber que realmente son un error es cometiendo el error y luego mirar hacia atrás y decir: “sí, ha sido un error”. Así que en realidad, el verdadero error sería no cometer el error porque entonces te pasarías la vida entera sin saber si era un error o no.

viernes, 12 de junio de 2009

Nos va el riesgo

Nadie lo puede negar. Nos va el riesgo, nos gusta. Todos tenemos nuestro lado sadomasoquista y es algo inevitable. Tan inevitable y jodido como esa gripe que coges cuando llega el fin de semana. Digo esto porque pasa continuamente y a nadie le sorprende.
Empiezas por poco: robas un chicle en la tienda de chucherías, caminas por el borde de la piscina, te vas de un bar sin pagar la consumición… cosillas sin demasiada importancia que no van a cambiar el rumbo de tu vida.
Luego ya haces cosas más arriesgadas: cruzas la calle sin mirar si vienen coches, te afeitas sin ponerte primero la espuma esa con la que pareces Papá Noel y paseas por el Raval como si no pasara nada. Con cualquiera de las tres opciones anteriores podrías haber acabado haciéndote daño y lo sabes, pero aún así lo haces. ¿Por qué? Porque te va el riesgo, ya te lo he dicho.
Eso sí, lo mejor llega al final. Cuando conoces a esa chica imposible. Esa chica que sabes que no es la tuya, que no la conquistarás jamás, que no se fijará en ti pero adivina qué haces… ¡Exacto! Lo intentas como un capullo y no tienes otro final que ese, el de un capullo al que le va el riesgo.

lunes, 8 de junio de 2009

El cariño entre el desprecio

Cuando estás una hora en medio de Barcelona intentando parar a gente y todos pasan de ti como si fueras un papel roto en el suelo, pasa por tu cabeza la idea del suicidio. Es entonces cuando aparece una bella y amable mujer. Esta mujer se encontraba en una situación parecida a la mía y de una manera muy agradable se acercó a interesarse por mí. Yo le contesté de la mejor manera posible y terminada la conversación cada uno volvimos a nuestro trabajo.
La verdadera sorpresa llega cuando esta chica te empieza a ayudar de una manera espontánea y desinteresada. En ese momento tu percepción sobre esa persona mejora de una manera notable. La idea del suicidio desaparece y ronda ahora la del ‘cariño’. No me puedo enamorar de una persona que no conozco pero sí cogerle cariño o deberle ‘algo’. Sin conocerme de nada ha hecho algo muy bonito. Te propones qué hacer: ¿Le ayudas con su trabajo? ¿Te vas sin más? ¿Le pides el número y quedáis un día para zanjar el favor?
Demasiado tarde, ya he tomado una decisión y no parece la más acertada.