miércoles, 29 de julio de 2009

La frenética vida de un estudiante en vacaciones (II)

Y es que no haces nada. Te pasas el día ahí tirado en el sofá, quejándote de todo pero en realidad no tienes motivos para hacerlo. Te levantas cuando te da la gana y como mucho sales de casa para que te dé un poco el aire que ni siquiera es fresco. Y tienes demasiado tiempo para pensar, o para intentarlo porque te da pereza hasta pensar en cualquier caso. Prefieres estarte todo el rato frente al ordenador, jugando a estúpidos juegos que pasaron de moda hace 10 años, mirando el facebook para ver si tienes una solicitud nueva cada 2 segundos y tratar de escribir algo con sentido, pero ni eso se te dio nunca bien, así que a estas alturas tampoco vamos a hacer milagros.
Pues para esto, me quedo en la cama que así molesto y estropeo lo mínimo.

lunes, 27 de julio de 2009

La frenética vida de un estudiante en vacaciones (I)

Hoy he hecho un esfuerzo. Un gran esfuerzo. Me he levantado a una hora digamos… decente. Que aún había gente que ni siquiera había comido. Sí sí, muy duro. Además, habían cortado la luz de toda la calle y me he duchado desafiando a la muerte que se escondía en la oscuridad de mi baño. Tras superar este duro obstáculo he desayunado un par de galletas y he salido a derretirme al sol.
De camino al metro me ha parado un vagabundo pidiéndome dinero y le he dicho que iba a buscar un trabajo y si lo conseguía ya le buscaría para darle alguna moneda (ambos sabíamos que eso no pasaría, pero le he dicho que no de una manera elegante). La verdad es que sí iba buscando trabajo. He llegado a mi destino y le he dejado mi currículum al hombre que estaba de responsable. Me ha dicho que tal vez me llamarán pero no tengo demasiada confianza, ya ves tú, es absurdo depositar tus esperanzas en que te llamen para un trabajo con la crisis que se han sacado de la manga los políticos y tiene a todo el mundo cagado.
He vuelto en el metro, oliendo el repugnante hedor que desprendía un alemán (suerte que solo han sido 3 paradas) y leyendo al Sr. Bukowski, el cuál me ha sorprendido agradablemente una vez más con este fragmento: Empecé a mirarle las piernas. Siempre he sido un hombre de piernas. Fue lo primero que vi al nacer. Después intenté salir. Desde entonces he intentado la dirección contraria pero con bastante poco éxito.

Suerte.

domingo, 26 de julio de 2009

Rutina de domingos

Todo se me paraliza. Me levanto a las mil habiendo desperdiciado una espléndida mañana de verano. Me arrastro hasta el baño y trato de despertarme mojándome la cara. Me sigo arrastrando un poco más y llego hasta el comedor. Mi padre está viendo la tele con el ventilador a tope y mi madre me deja un plato de comida sobre la mesa. Me lo como un tanto resignado y bebo como dos litros de agua. Vuelvo al baño y rebajo el volumen de agua en mi cuerpo. Me arrastro un poco más y llego hasta mi habitación dónde me tumbo en la cama y noto como las horas pasan lentas. Desperdicié la mañana y estoy haciendo lo mismo con la tarde pero ya no me sorprende, forma parte de mi “rutina de domingos” en que cada minuto que pasa está más desaprovechado que el anterior.
Tumbado en la cama mirando al techo acabo por dormirme y sueño que algún día llegará alguien que me saque de casa los domingos. Tal que si fuera una princesa que espera a su príncipe azul. Mientras espero ese momento, me levanto de la cama para escribir esto, que a nadie le importa pero así noto que hago ‘algo’ y se me pasa el tiempo más rápido… ¿ves? Ya ha pasado media hora más.