sábado, 30 de enero de 2010

Saludos

Pff, esto es una de esas cosas que nunca podré entender, y lo peor es que la culpa es nuestra. Dicen que es de buena educación saludar, pero no creo que siempre sea necesario el contacto físico. Creo que a veces con un simple “hola” o “adiós” respetando el espacio vital del otro, ya se completaría el cupo de educación. Porque lo que a mi me revienta es tener que darle la mano o dos besos a algunas personas. “No es que me caigas mal, es que eres gilipollas.” Por eso, prefiero el saludo libre. Con la gente que me importa una mierda, un simple “hola” es correcto. En cambio, con la gente que sí me importa pues un estrechamiento de manos, un abrazo, dos besos o lo que surja. Estamos en crisis, y el cariño hay que administrarlo y dárselo a quién se lo merece de verdad.

miércoles, 27 de enero de 2010

Rutina matutina

Suena el despertador, lo apagas. Te dices "5 minutitos más" pero mejor no, porque esos 5 se pueden convertir en 50. Te levantas de mala hostia. Te pones la bata esa de viejo que tienes colgada detrás de la puerta porque hace un frío terrible, piensas "con lo calentito que estaba yo en la cama". Ya no es tiempo de lamentarse, empieza otro apasionante día.
Vas hacia el baño, echas la primera y más gustosa excreción urinaria del día, apuntando bien por supuesto. Bajas la tapa y tiras de la cadena. Abres el grifo, esperas a que el agua se caliente un poco, te mojas las manos y te echas agua en la cara (primer rito de estimulación de la actividad matinal). Te secas con la toalla y vuelves a la habitación. Sacas la ropa de los cajones, la pones en el orden conforme te la vas a poner y la llevas al baño para dejarla encima del toallero. Enciendes la estufa, abres el grifo y lo pones a tope de agua caliente, que al calentador nuevo le cuesta la vida arrancar. Ahora llega el momento más traumático del día que precede el segundo rito de estimulación de la actividad matinal (vulgarmente llamado ducharse): quitarte la ropa con todo ese frío matinal deseando chocar contra tu piel desnuda. Cuando te encuentras con la misma ropa con la que viniste al mundo (nada) empiezas a tiritar, moverte de un lado para otro, te abrazas a ti mismo, pero te das cuenta que las manos están aún más frías y desestimas esa posibilidad. El agua de la ducha aún no se ha calentado, gilipollas! tendrías que haber comprobado eso antes. Al borde de la hipotermia como Leonardo DiCaprio en 'Titanic', notas que al fin el agua empieza a quemar. No puedes esperar más y te metes en la ducha. Quemaduras de primer grado, lo superaré. La ducha transcurre sin incidencias reseñables. Segundo trauma de la mañana: salir de la ducha. Es volver al mundo frío y real, pero hay que hacerlo que sino la factura del agua se dispara. Te secas en un tiempo récord y te vistes. Sales del baño y procedes al tercer rito de estimulación de la actividad matinal. Llegas a la cocina, te pones leche en una taza, la pones a calentarse un poco al microondas y mientras enciendes la cafetera. Es una de esas guays que anuncian famosos de Hollywood con las que solo tienes que meter una pastilla y apretar un botón, sale un café buenísimo. Los tomas con la leche y con 2 kg. de azúcar, que al final no sabes si tomas café con azúcar o azúcar con café. Después del pelotazo todo es mucho más fácil. Vuelves a ir al baño, te lavas los dientes, te peinas y te miras un poco en el espejo. Sales del baño, te pones el jersey, chaqueta, bufanda... sólo se te ven los ojos, pero no serás un pringao que pase frío en la calle. Enciendes el ipod, coges las llaves y sales de casa. Sales a la calle y pese a la protección el frío te da una bofetada. Venga, empieza otro genial día en el mundo.

miércoles, 6 de enero de 2010

Allí dónde solíamos gritar

Las luces estaban apagadas y la música a todo volumen. Esto limitaba mis dos sentidos más desarrollados pero… aún así la vi. Me hice el disimulado, no quería parecer desesperado por verla. Pasé por al lado suyo y ella también me vio. Se echó a mis brazos. Increíble momento. Me hubiera quedado así durantes minutos, horas, días… Alimentándome de su perfume y del tacto de su pelo que se deslizaba por entre los dedos de mis manos.

Bebimos, bailamos, saltamos, bebimos, bailamos… y pusieron nuestra canción favorita. Quizá no la favorita, pero sí de esas canciones que te dicen algo, que te gustan especialmente y que a ella le pasaba exactamente igual. La cantamos entera, gritando. Nos daba igual la afinación, había que cantarla a pleno pulmón como si se tratara de nuestro último aliento, y así lo hicimos.

Llegó el momento de la despedida. Fue… como debe ser una despedida. Sonriendo y deseando que se repitiera el próximo encuentro. Tras este momento, salí muy reconfortado.

martes, 5 de enero de 2010

Báilame el agua

Báilame el agua.
Úntame de amor y otras fragancias de tu jardín secreto.
Riégame de especias que dejen mi vida impregnada de tu olor.
Sácame de quicio.
Llévame a pasear atado con una correa que apriete demasiado.
Hazme sufrir.
Aviva las ascuas.
Ponme a secar como un trapo mojado.
Lléname de vida.
No desates las cuerdas hasta que sea tarde.
Sírveme un vaso de agua ardiente y bendita que me queme por dentro, que no sea tuya ni mía, que sea de todos.
Líbrame de mi estigma.
Llámame tonto.
Sacrifica tu aureola.
Perdóname.
Olvida todo lo que haya podido decir hasta ahora.
No me arrastres.
No me asustes.
Vete lejos.
Pero no sueltes mi mano.
Empecemos de nuevo.
Sangra mi labio con sanguijuelas de colores.
Fuma un cigarro para mí.
Traga el humo.
Arréglalo y que no vuelva a estropearse.
Échalo fuera.
Crúzate conmigo en una autopista a cien por hora.
Sueña retorcido.
Sueña feliz, que yo me encargaré de tus enemigos.
Dame la llave de tus oídos.
Toca mis ojos abiertos.
Nota la textura del calor.
Hasta reventar.
Sé yo mismo y no te arrepentirás.
¿Por cuánto te vendes?
Regálame a tus ídolos.
Yo te enviaré a los míos.
Píllate los dedos.
Los lameré hasta que no sepan a miel.
Hasta que no dejen de ser miel.
Sal, niega todo y después vuelve.
Deja que te invite a un café.
Caliente claro.
Y sin azúcar.
Sin aliento.

Uff, esta película nunca dejará de emocionarme.

lunes, 4 de enero de 2010

Entrada robada

"Porque no se puede vivir sólo de la realidad, de los práctico... También hace falta algo superfluo, llamativo y brillante, algo bello aunque sea de una belleza barata. La mayoría de las personas no pueden vivir sin el deslumbramiento de la belleza. Hace falta algo, aunque sea una postal con una puesta de sol en tonos dorados y rojos o un amanecer en el claro de un bosque."
Flyer de Diciembre de 2009 del Depósito Legal.
Tras ésta entrada que he hecho con todo el morraco del mundo, damos la bienvenida a un nuevo -y esperemos que mejor- año.