domingo, 26 de julio de 2009

Rutina de domingos

Todo se me paraliza. Me levanto a las mil habiendo desperdiciado una espléndida mañana de verano. Me arrastro hasta el baño y trato de despertarme mojándome la cara. Me sigo arrastrando un poco más y llego hasta el comedor. Mi padre está viendo la tele con el ventilador a tope y mi madre me deja un plato de comida sobre la mesa. Me lo como un tanto resignado y bebo como dos litros de agua. Vuelvo al baño y rebajo el volumen de agua en mi cuerpo. Me arrastro un poco más y llego hasta mi habitación dónde me tumbo en la cama y noto como las horas pasan lentas. Desperdicié la mañana y estoy haciendo lo mismo con la tarde pero ya no me sorprende, forma parte de mi “rutina de domingos” en que cada minuto que pasa está más desaprovechado que el anterior.
Tumbado en la cama mirando al techo acabo por dormirme y sueño que algún día llegará alguien que me saque de casa los domingos. Tal que si fuera una princesa que espera a su príncipe azul. Mientras espero ese momento, me levanto de la cama para escribir esto, que a nadie le importa pero así noto que hago ‘algo’ y se me pasa el tiempo más rápido… ¿ves? Ya ha pasado media hora más.

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