lunes, 19 de julio de 2010

Silence, please.

Ahora mejor cállate. No abras la boca, esa boca de la que nunca ha salido nada bueno. Ni tampoco entrado. Ya se te pasó el momento de hacer promesas que jamás cumplirás, ni desear cosas que nunca conseguirás, ni tan siquiera de planificar viajes que no realizarás. No me apetece seguir escuchando tus anécdotas que nunca ocurrieron. No me importa qué tal te ha ido el día, ni tampoco me importa dónde ni con quién sales por las noches. Todo eso ya no me importa, y tú tampoco. ¿Y ahora es cuando quieres hablar? Pues ahora yo soy el que no quiere escuchar, así que puedes buscarte otra pared a la que le interesen tus historias, tus historias de niña caprichosa y egocéntrica. Así que cállate, y deja paso al silencio. Ese silencio en el que me siento tan a gusto. Ese silencio que no me trae dolores de cabeza, ni agobios. Ese silencio tan plácido y cómodo que no me has dejado vivir durante tanto tiempo.

Calladita estás más guapa, quién te lo diría. Venga, no lo estropees, que lo estás haciendo muy bien.

jueves, 8 de julio de 2010

With the lights out

Los apagones son aquellos momentos críticos en los que nadie sabe qué hacer, pero la historia es siempre la misma: mi padre va a mirar sin han saltado los plomos, yo me asomo a la ventana y corroboro que al bar de en frente también se le ha ido luz. Para acabar, mi madre llama a mi hermana para preguntar si en su casa también se ha ido la luz y comentan entre ellas, su disgusto por la comida en la nevera que “se va a echar a perder”.

Yo personalmente, creo que los apagones no son solamente mérito de la incompatibilidad de las compañías eléctricas, sino que son “avisos del destino” para hacernos reflexionar, y hoy conmigo lo han conseguido.

Sin ventilador, ni aire acondicionado, me he dado una ducha y me he decidido a salir a tomar el aire a la calle. A veces está bien esto de pasear sin más y poner un poco de orden a tu cabeza. Decidir dónde va cada cosa y qué función tiene.

Eso sí, lo que más me gusta es estar escribiendo esto mientras me tomo algo sentado en una terraza, yo solo. La gente te mira raro, eres como una especie de ser anti-social. Dios, como molo.

Al volver a casa me encuentro con un bocadillo frío a la luz de las velas. Es muy bonito, así como del siglo XV, súper vintage.

Y al cabo de un rato… se hizo la luz. Y todo volvió a ser como antes, pero al menos he rellenado un hueco más en el blog.