lunes, 26 de octubre de 2009

Analizando el continuo espacio-tiempo

Hablar de las historias que me pasan en el metro u otros transportes públicos es un recurso muy usado pero... es lo que tenemos los pobres, que intentamos sacarle partido a cualquier cosa.
Pues eso, un viaje en metro se puede hacer eternamente eterno y hay que buscar algunas formas de invertir este tiempo. Una de ellas es estudiar a la gente. Así de primeras puede sonar feo, ni que las pobres personas fueran cobayas, pero así es más divertido, al menos para mí.
Empecemos: llego a la estación y tocar pagar. Yo lo hago a regañadientes ya que pienso que TMB cada día son más careros y aprovechados, pero por la mañana hay muchos revisores. Un chico de unos 25 años y de origen sudamericano piensa como yo pero no cae en la cuenta de la existencia de los revisores y se cuela. ¿Qué pasa? Que en Torrassa le pillan y le hacen bajarse del metro, uno menos.
En el vagón en el que voy van personas de varias etnias y edades. No está mal, diversidad cultural que lo llaman.
Hay bastante sitio pero al lado mío se sienta un hombre de mediana edad y con rasgos claramente islámicos. Puede sonar a tópico y tal, pero no mola. Se sienta al lado y me va mirando a ratos. Yo intento intimidarle con mi mirada que transmite energía, pero sin dirigírsela directamente a él, ya ves tú, seguro que por dentro se estaba cagando de miedo… no te digo.
Me cambio de asiento a otro vacío. ¡Qué bien! Llega la señora de edad avanzada que vuelve de hacer la compra y tiene ganas de hablar. Yo asiento y ella me dice: “Con esos cacharros en la oreja os vais a quedar sordos, ya se lo digo yo a mis nietos…” Qué extraña fascinación tienen las personas mayores por la seguridad de todo el mundo excepto por la suya, cómo se nota que han vivido una guerra… (no tiene nada que ver, pero es un tópico que se usa y queda bien)
Más gente que sube y que baja. Universitarios y sobre todo universitariAS (gracias sistema educativo) que hacen el trayecto de ida a sus respectivas facultades, todos con su carpeta a modo de distinción. Señores con maletín y americana, señoras con carritos de bebés y de compra, y luego yo, un pringao más entre todo este rebaño del que algún día no quedará nadie.

2 comentarios:

Marla Singer dijo...

Yo intento intimidarle con mi mirada que transmite energía.
JAJJA

Marian dijo...

hahaha.. yo tamb me fijo en la gente, xo miro qué miran ellos.. nose es curioso haha.. o estudiar cuándo la gente evita la mirada, es una paranoia si lo pones en praktika xd tngo mucho trayecto hsta la uni.... u.u