miércoles, 23 de marzo de 2011

Forever London

Es muy fácil acostumbrarse a lo bueno, bonito y barato. Y si a esto le sumas haber pasado cuatro fantásticos días con dos de las mejores y más divertidas personas que conozco, y conocer a otras tantas que también rozan la genialidad, la vuelta a la realidad se hace más dura todavía.











El viaje desde King’s College Hospital hasta Gatwick Airport y el embarque en el avión fue de lo más nostálgico y triste que recuerdo últimamente. Porque han sido cuatro cortos a la par que intensos días en que nos teníamos que alimentar a base de sándwiches rebosantes de mayonesa, bocadillos de galletas con queso sausage o hamburguesas poco hechas. Echas de menos cosas como levantarte por la mañana y que a Alba le huela el pelo como si se lo acabara de lavar, la sonrisa de María trayéndonos croissants y café, encontrarte con Maegan y no entender nada de lo que dice porque habla como un Ferrari, ver como Joyce no para de hacer fotos a todo lo que ve, Margot enseñándome los distintos alfabetos japoneses y comentar con ella series como The Office, la extrema felicidad de Florence, enseñarle a Gil los vídeos más chorras de Youtube y los ojos de Kathi. Son cosas que jamás se podrán olvidar y que tengo la suerte de poder haber visto, vivido y oído.

Ahora ya no cojo el bus 176 to Penge, ni juego al ahorcado sobre películas o series, ni tengo conversaciones subidas de tono antes de irme a dormir, ni ceno a las seis de la tarde, ni me vacilan en otros idiomas, ni ponen Queen en el supermercado cuando voy a comprar, ni le doy de comer a las ardillas de Ruskin Park.

Ahora, miro las fotos y me pongo a escuchar Bleech.



3 comentarios:

Rinconcico dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Estas hecho todo un bohemio rendone xD parece que ha ido bien el viaje a London!! (me gusta) xDD

Guillermo dijo...

quedate con lo bueno :) siempre hay tiempo de volver