- Ni que lo jures Ramon, ya hace tiempo. La última vez incluso tenías pelo.
- Sí, y tú tenías mujer.
- …
- Venga va, que es broma. ¿Cómo estás?
- Pues bien, ahí vamos tirando… ¿Y tú? Has engordado, ¿verdad?
- Sí, he cogido uno quilillos.
- ¿Y eso? ¿La buena vida?
- No no, que va. Esto es de tragarme mis sentamientos y no dejarlos salir.
- Joder, si es que hoy en día lo que no engorda te provoca cáncer.
- Ya ves, no somos nadie…
- Oye, pero esto de tragarte tus sentimientos, ¿has probado a exteriorizarlos?
- Sí, pero no lo consigo.
- Pero hombre, inténtalo. Dime lo que pienses.
- Pienso… que… estoy enamorado de tu hermana.
¡¡¡PAM!!!
- ¿Por qué coño me pegas una hostia?
- ¿Enamorado de mi hermana? Te voy a dar a ti enamoramiento.
- Cabrón, ¡¡¡has dicho que expresara mis sentimientos!!!
Moraleja: Los sentimientos podrán engordarte pero al menos te mantendrán sano y salvo de todo menos del colesterol, pero para eso ya está Danacol (y no, no me pagan por hacerles publicidad)