martes, 30 de noviembre de 2010

Reprimir cualquier sentimiento para desarrollar mi futura patología (sí, he cogido prestado el título de un grupo de Facebook de los que tanto amo)

- ¡Hola Juan!, ¡cuánto tiempo sin verte!
- Ni que lo jures Ramon, ya hace tiempo. La última vez incluso tenías pelo.
- Sí, y tú tenías mujer.
- …
- Venga va, que es broma. ¿Cómo estás?
- Pues bien, ahí vamos tirando… ¿Y tú? Has engordado, ¿verdad?
- Sí, he cogido uno quilillos.
- ¿Y eso? ¿La buena vida?
- No no, que va. Esto es de tragarme mis sentamientos y no dejarlos salir.
- Joder, si es que hoy en día lo que no engorda te provoca cáncer.
- Ya ves, no somos nadie…
- Oye, pero esto de tragarte tus sentimientos, ¿has probado a exteriorizarlos?
- Sí, pero no lo consigo.
- Pero hombre, inténtalo. Dime lo que pienses.
- Pienso… que… estoy enamorado de tu hermana.
¡¡¡PAM!!!
- ¿Por qué coño me pegas una hostia?
- ¿Enamorado de mi hermana? Te voy a dar a ti enamoramiento.
- Cabrón, ¡¡¡has dicho que expresara mis sentimientos!!!



Moraleja: Los sentimientos podrán engordarte pero al menos te mantendrán sano y salvo de todo menos del colesterol, pero para eso ya está Danacol (y no, no me pagan por hacerles publicidad)

sábado, 27 de noviembre de 2010

No digas "vintage" cuando quieres decir "viejo"

Hoy he visto a una mujer hablando en una cabina telefónica. Diréis: ¿y? Pues qué queréis que os diga, a mí me parece cuánto menos, entrañable. Pensaba que las cabinas telefónicas formaban parte del mobiliario urbano y que no funcionaban desde hacía algún tiempo. Pero parece ser que estaba equivocado. Podéis decir que quizá esa mujer no tenía saldo, o batería o que simplemente no tenía móvil, pero no me lo creo. La gente que dice que no tiene móvil seguro que tienen un cajón en su casa lleno de blackberrys, a mí que no me timen. Pues no sé, al ver a esta señora me la he imaginado también mecanografiando con una máquina de esas en que tenías que darle un golpe cuando llegabas al final de la línea y durmiendo en un colchón de paja al lado de una chimenea alimentada por leña (con el alto riesgo de incendio que esto conlleva). Sí, es una parida, pero si lo piensas es bonito, ya no queda gente así.

Bueno, no queda gente así pero sí que hay otro extraño grupo de personas que se está creando en que todo lo antiguo lo hacen pasar por moderno. Perdón, antiguo no, vintage, que queda más cool. Gente que usa la ropa de su abuela, gafas enormes sin graduación (o directamente sin vidrios) o se hacen fotos con tonos sepias, que por cierto, declaro desde aquí mi odio eterno por esas fotos. El sepia es feo, parece que se te haya caído encima de la foto una taza de café y que además lo hayas dejado secar al sol y haya cogido mierda.

No tengo mucho más que decir, os animo a que uséis cabinas telefónicas de esas que se te tragan las monedas tal que si se tratara de una máquina tragaperras y que olvidéis el Word porque de aquí a nada se volverá a escribir con esas fantásticas máquinas que hacen un ruido tan gracioso.

Ah, hablando de cabinas. Os recomiendo que veáis si no lo habéis hecho ya, el mediometraje de Antonio Mercero titulado “La cabina”. No tiene nada que ver, pero bueno, ahí queda eso.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Los fantasmas del pasado pesado

¿Qué haces cuando te encuentras a una vieja amistad por la calle? Es una gran pregunta porque yo hoy me he encontrado a un chico que hace unos años era mi mejor amigo y ha sido un momento realmente incómodo. No sé vosotros, pero yo siempre hago lo mismo: me hago el despistado para evitar el conflicto cara a cara. Hoy ha sido inevitable y ha ocurrido eso, que no sabes si darle la mano es poco, si darle un abrazo es demasiado o si darle una palmadita en la espalda es demasiado apático. Yo siempre dejo que decida él, me quito el marrón de encima siempre que puedo. A continuación, dejo que me pregunte, me hago el interesante con mi mierda de vida y le pregunto aproximadamente unas 34478923694623697583 veces que tal está él y qué hace. También le pregunto que si todo va bien, que viene a ser un eufemismo de “¿aún no has fracasado en la vida?”.

Durante el tiempo que dura la escasa conversación, hago un rápido repaso a nuestra amistad pasada y recuerdo los motivos que nos separaron: estudios, gustos, nivel cultural, inteligencia… Tras saber que tiene un trabajo estable, una novia bastante guapa y un todoterreno propio, me doy cuenta que el tonto e inútil era yo. Pues vaya, otra victoria más. Tras asumir mi clara derrota en todo, le suelto un “Me voy que llego tarde, cuídate” y como mensaje adjunto va un “Cabrón, la próxima vez que nos veamos te vas a cagar”.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Aburrimiento ferroviario

Uno de los momentos de existencialismo más puro y habitual es cuando el metro o tren se queda parado en una estación, sobre todo cuando es en una parada justo antes de la tuya. Es ese momento en que no sabes si llegarás a tiempo a la cita con la mujer de tus sueños (no es mi caso), si te quedarás pasando la noche en el tren o si volverás a ver algún día la luz del sol.

Mientras yo pienso estas gilipolleces para no aburrirme, el ambiente se empieza a contagiar de una especie de histeria, y lo más curioso que el colectivo más afectado por este nerviosismo son las señoras, cuya única preocupación es llegar a ver el final del capítulo de la telenovela.

Otro grupo a parte son los que viven la vida al límite. Se asoman a la puerta del vagón, calculan visualmente la distancia con el siguiente vagón y emprenden el arriesgado viaje. Es entonces, cuando tras 12 minutos y 47 segundos parados, suena la alarma avisando del cierre de puertas y el intrépido aventurero se queda fuera. Aún sin darse por vencido, mete el brazo creyéndose un superhéroe de Marvel capaz de abrir la puerta y poder entrar, ante la mirada del resto de pasajeros mofándose de la desgracia ajena. Nadie le socorre y el intrépido aventurero se queda en el andén con cara de tonto, blasfemando cosas que por suerte no consigo oír y golpeando el vidrio de la puerta sin obtener otro resultado posible que una fractura en el túnel carpiano.

El tren se aleja dejando atrás la estación, todo vuelve a la normalidad, y yo paro de escribir en la libreta que la gente ya sospecha que estoy preparando una conspiración contra el gobierno, cosa que molaría bastante.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Recuerden, recuerden, el 5 de Noviembre...


Si algún día es mejor que cualquier otro para hablar y recomendar "V de Vendetta", ese día es hoy, 5 Noviembre. No diré nada, ya que muchos (o eso espero) habréis visto la peli y/o leído el cómic. Bien que hacéis. Os dejo el famoso discurso de V.


«¡Voilà! A primera vista un humilde veterano de vodevil en el papel de víctima y villano por vicisitudes del destino, este visage, ya no más velo de vanidad, es un vestigio de la vox populi ahora vacua desvanecida. Sin embargo, esta valerosa visión de una extinta vejación se siente revivida y ha hecho voto de vencer el vil veneno de estas víboras en avanzada que vela por los violentos viciosos y por la violación de la voluntad. El único veredicto es venganza, vendetta, como voto, y no en vano, pues la valía y veracidad de ésta un día vindicará al vigilante y al virtuoso. La verdad, esta vichysoisse de verborrea se está volviendo muy verbosa. Así que sólo añadiré que es un verdadero placer conocerte y que puedes llamarme "V"».